El motivo de optar por la vía intravenosa para drogarse.

Alain de Mijolla y Vica Shentoub plantearon la hipótesis sobre el sujeto alcohólico crónico mismo que padece una «escisión del Yo», escisión que tendría por finalidad dividir al sujeto en dos partes: una sana y la otra adicta, y con ello brindarle una oportunidad de «sobrevivir» dentro de la sociedad, aun a pesar de su condición de alcohólico.
Por su parte, Robert A. Savitt, señaló que existen sujetos con adicciones a sustancias tóxicas donde su personalidad presenta una psicopatología «pre-oral». El toxicómano que se administra la droga por vía intravenosa efectuaría con ello una involución de naturaleza «regresivo-fetal», siguiendo así el camino que una vez ligó al feto con la madre en una unión parasitaria. Este último autor suponía que el adicto consume drogas para sobreponerse a la «amenaza persecutoria de desintegración y aniquilación», derivada de la estructura notablemente arcaica de su Yo. Dicho arcaísmo favorecería la posibilidad de que el “Ello” abrume exacerbadamente al “Yo”, ante lo cual éste reaccionaría con una desesperada defensa. En un estadio «pre-oral» de narcisismo primario, el recién nacido no ejerce un rol activo en su propia alimentación. A esto se debe la elección del adicto por el «canal vascular» como medio de absorción, pues a través de éste es que logra una rápida regresión al narcisismo primario. Tal sistema constituye, además, la vía más directa para la incorporación de suministros nutritivos. Para Savitt, “el adicto se desvía de la ruta oral e inconscientemente imita las relaciones fetales con la madre mediante una representación simbólica. Realiza así, a través de un mecanismo introyectivo arcaico, un «intento de restablecer la relación objetal perdida»”.