Los avatares de Facebook. (Tercera Parte).

“El hombre prefiere que se digan cien mentiras acerca de él, a que se divulgue una sola verdad que desea tener oculta”. Samuel Johnson.

La respuesta es porque el inconsciente siempre tiene el imperioso deseo de amar.
Por otro lado, la crítica que desde el psicoanálisis se hace a la Internet y sobre todo a las redes sociales, toma frecuentemente el sesgo del prejuicio ante aquello que se desconoce.
Los intercambios virtuales, muchas veces, permiten crear un lazo, donde de otro modo, no habría nada. El valor de mediación de las redes sociales, incluso la mediación de un deseo, no es desechable. Recordemos que Jacques-Marie Émile Lacan propuso pensar en el deseo como un campo abierto a una mediación, poniendo allí el acento en el “Registro Imaginario”. Y en ese sentido, Facebook así como otros medios virtuales abren un amplio campo para el encuentro entre los deseos.
Para concluir quisiéramos agregar que generalmente los sujetos creen que la «adicción» está limitada a sustancias como el alcohol, cocaína, fármacos, marihuana, etcétera, pero también es cierto que puede servir a este propósito cosas tales como las relaciones sexuales, la masturbación, la comida, el ejercicio, así como también el uso de Internet y las redes sociales (Facebook Twitter, etcétera) que se utilizan en forma desmedida. En este orden de ideas, observamos —a través del psicoanálisis— como el sujeto utiliza el vínculo con otras personas como un método para eliminar sus tensiones psíquicas, con lo cual surge la necesidad de apoyarse o fusionarse con otros para aliviar sus estados afectivos dolorosos, por lo tanto podemos señalar entonces que las adicciones tienen el mismo propósito en común: “eliminar la tensión psíquica, disminuir el displacer que se presenta”.
Es también sorprendente observar que algunos sujetos sienten una necesidad imperiosa de buscar constantemente discusiones de cualquier índole con otras personas, tanto en Internet como fuera de ella. Esto se denota con bastante frecuencia en el uso de las redes sociales, donde leemos al sujeto que contradice casi todas las publicaciones sin argumento alguno, por carecer de los conocimientos sobre el tema, a estos sujetos se les puede leer criticando desde el psicoanálisis hasta la física cuántica pasando por la farmacognosia, sin tapujo alguno; muchas veces se apoyan de la misma Internet para buscar una opinión divergente a la publicación, y «copian y pegan» para dar su «supuesta opinión» con la finalidad de sentirse victoriosos. También es frecuente leer publicaciones o comentarios usando palabras obscenas. Casi todos estos sujetos esconden una personalidad paranoide (recordemos que la paranoia es una homosexualidad deformada)* y con estas acciones que acabamos de mencionar, logran disipar en mayor o menor medida su tensión psíquica (displacer), manteniendo así controlada la ansiedad persecutoria.
El intento constante de eliminar «perseguidores internos» nos puede llevar a incluir a los sujetos que padecen insomnio en la categoría de los adictos, ya que también ellos están siempre a la búsqueda meticulosa de aquel ruido, ocupación o circunstancia externa, que responsabilizan directamente por mantenerlos despiertos.
Este tipo de vínculos que demandan dependencia, intercambio agresivo o contacto sexual compulsivo (en el que la personalidad del partenaire es a veces relativamente indiferente) puede adecuarse a las funciones de adicción descritas más arriba. Para la dispersión de los afectos que le provocan angustia, el sujeto puede consumir sustancias tóxicas (alcohol, mariguana, cocaína, etcétera); así como también «utilizar» a las personas de su entorno familiar y social; o emplear de manera desmedida el Internet y las redes sociales como sustitutos de «objetos parentales internos dañados o incluso faltantes».

*A Sandor Ferenczi se le atribuye está idea por los resultados obtenidos en su clínica psicoanalítica.

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